viernes, 4 de abril de 2008

Violencia en la escuela

Soy docente hace treinta y tres años. He ejercido en escuelas privadas y estatales en todo este tiempo. Este año trasladé mi cargo a una escuela de jornada completa de características algo diferentes a las que he transitado durante mis años de docencia.

Hace un mes que estoy a cargo de séptimo grado, hace un mes que he aprendido más que en los treinta y tres años de carrera.

La agresividad en los chicos de esta escuela es el reflejo de lo que viven a diario en sus hogares, en su entorno cotidiano. Sienten el abandono de sus familias, se sienten desvalorizados porque eso les hicieron creer. Y así, el mandato que recibieron, lo cumplen.

Observando también el comportamiento de algunos colegas ante determinadas situaciones que ocurren diariamente, puedo decir que, lamentablemente, etiquetan a los chicos, los condenan y avalan el mandato establecido, como si no pudieran salir de esa realidad que les tocó, como si conformarse fuera lo único que les queda.

No sé si estas líneas llegarán a ser leídas. Sé que no puedo dejar de expresar lo que siento desde que conocí esta realidad.

No es lo mismo desarrollar los derechos del niño con chicos que no viven el maltrato, el abandono, la violencia física y psicológica. No es la misma mirada, no es el asombro cuando escuchan que nadie tiene derecho a tratarlos mal, no es la tristeza en las miradas, no es la resignación.

Desde mi lugar, y aunque los chicos de este séptimo sean un porcentaje muy pequeño en relación a los que viven a diario esto, seguiré apostando y creyendo en ellos y en sus posibilidades de salir de ese mandato y abrirse el camino que se merecen.

domingo, 7 de octubre de 2007

Brindis


Cumple 50

Gisela, Gladys, Federico, Daniela, Soledad

Compas secundario

Nora, Graciela, Carmen R, Carmen Z

sábado, 19 de mayo de 2007

Publicaciones El barrio

Artículo de mi autoría publicado en mayo y junio en los periódicos de Villa Urquiza y Villa Pueyrredón.

Emociones grandes, emociones chicas…


El ser humano es motivado por sus necesidades fisiológicas o por sus emociones.
Emoción proviene de la palabra latina “emovere” y quiere decir agitar, conmover, remover, alarmar, exaltar, excitar. La vida no tendría significado sin sentimientos ni emociones, no tendría color ni matices, sería superficial. La emoción es un elemento clave en el aprendizaje y en la toma de decisiones.
Los humanos nacemos con la capacidad para reaccionar emocionalmente, pero nuestras expresiones tempranas determinarán cómo reaccionaremos ante situaciones de emergencia. El proceso de desarrollo emocional en el ser humano se completa en el seno de la familia.
Tanto la infancia como la adolescencia son etapas que se caracterizan por cambios físicos, emocionales y psicológicos, los niños deben hacer frente a estas situaciones, que aunadas a situaciones exteriores generadoras de ansiedad pueden convertirse en acontecimientos estresantes e interferir en el proceso normal evolutivo de un niño.
Padres, docentes y todas las personas que estén presentes en las relaciones del niño, deberían comprender el estrés en los pequeños para tener un mejor panorama de su salud mental en su familia, en sus relaciones sociales y en su desempeño escolar.
Debemos estar alertas a ciertos aspectos muy importantes que nos orientarán tanto en la observación como en las formas para tratar de ayudarlos.
Según los especialistas los factores estresantes que pueden afectar a los niños son varios. De acuerdo a Cristina Aguilar, psicoterapeuta infantil, un estímulo estresante (monotonía, trabajo controlado bajo presión de tiempo, calor, etc.) puede provocar en el niño reacciones adaptativas o no. Los niños exhiben conductas e intentan adaptarlas al factor que los estresa y pueden mostrar diferentes tipos de respuesta ante el estrés.
En condiciones extraordinarias las fuentes de estrés se pueden identificar con la pérdida de algún padre (fallecimiento, divorcio o alejamiento), perderse o ser dejado solo, vivir una situación de robo. Pero la principal fuente de estrés en la edad escolar se da frecuentemente en el contexto escolar (ser molestado por niños mayores, sentirse ridiculizado, exámenes, mudarse a otra escuela, ser el último en lograr algo).
Los docentes y los padres debemos estar alertas ante cualquier factor que pueda producir estrés y actuar con sensibilidad frente a las necesidades de los niños para adaptarse a esas situaciones que les producen conflictos.
Según la especialista Aguilar hay una serie de síntomas que nos pueden ayudar a identificar si el niño está estresado: dolor de cabeza y resfríos frecuentes, dolor de cuello, irritabilidad creciente, tristeza, pánico o enojo continuo, problemas para relajarse o dormir, letargo o somnolencia, retroceso en las conductas madurativas.
Así como nos pasa a los adultos, el estrés puede producir serios daños en niños y adolescentes, estemos atentos.