
domingo, 7 de octubre de 2007
sábado, 19 de mayo de 2007
Publicaciones El barrio
Artículo de mi autoría publicado en mayo y junio en los periódicos de Villa Urquiza y Villa Pueyrredón.
Emociones grandes, emociones chicas…
El ser humano es motivado por sus necesidades fisiológicas o por sus emociones.
Emoción proviene de la palabra latina “emovere” y quiere decir agitar, conmover, remover, alarmar, exaltar, excitar. La vida no tendría significado sin sentimientos ni emociones, no tendría color ni matices, sería superficial. La emoción es un elemento clave en el aprendizaje y en la toma de decisiones.
Los humanos nacemos con la capacidad para reaccionar emocionalmente, pero nuestras expresiones tempranas determinarán cómo reaccionaremos ante situaciones de emergencia. El proceso de desarrollo emocional en el ser humano se completa en el seno de la familia.
Tanto la infancia como la adolescencia son etapas que se caracterizan por cambios físicos, emocionales y psicológicos, los niños deben hacer frente a estas situaciones, que aunadas a situaciones exteriores generadoras de ansiedad pueden convertirse en acontecimientos estresantes e interferir en el proceso normal evolutivo de un niño.
Padres, docentes y todas las personas que estén presentes en las relaciones del niño, deberían comprender el estrés en los pequeños para tener un mejor panorama de su salud mental en su familia, en sus relaciones sociales y en su desempeño escolar.
Debemos estar alertas a ciertos aspectos muy importantes que nos orientarán tanto en la observación como en las formas para tratar de ayudarlos.
Según los especialistas los factores estresantes que pueden afectar a los niños son varios. De acuerdo a Cristina Aguilar, psicoterapeuta infantil, un estímulo estresante (monotonía, trabajo controlado bajo presión de tiempo, calor, etc.) puede provocar en el niño reacciones adaptativas o no. Los niños exhiben conductas e intentan adaptarlas al factor que los estresa y pueden mostrar diferentes tipos de respuesta ante el estrés.
En condiciones extraordinarias las fuentes de estrés se pueden identificar con la pérdida de algún padre (fallecimiento, divorcio o alejamiento), perderse o ser dejado solo, vivir una situación de robo. Pero la principal fuente de estrés en la edad escolar se da frecuentemente en el contexto escolar (ser molestado por niños mayores, sentirse ridiculizado, exámenes, mudarse a otra escuela, ser el último en lograr algo).
Los docentes y los padres debemos estar alertas ante cualquier factor que pueda producir estrés y actuar con sensibilidad frente a las necesidades de los niños para adaptarse a esas situaciones que les producen conflictos.
Según la especialista Aguilar hay una serie de síntomas que nos pueden ayudar a identificar si el niño está estresado: dolor de cabeza y resfríos frecuentes, dolor de cuello, irritabilidad creciente, tristeza, pánico o enojo continuo, problemas para relajarse o dormir, letargo o somnolencia, retroceso en las conductas madurativas.
Así como nos pasa a los adultos, el estrés puede producir serios daños en niños y adolescentes, estemos atentos.
Emociones grandes, emociones chicas…
El ser humano es motivado por sus necesidades fisiológicas o por sus emociones.
Emoción proviene de la palabra latina “emovere” y quiere decir agitar, conmover, remover, alarmar, exaltar, excitar. La vida no tendría significado sin sentimientos ni emociones, no tendría color ni matices, sería superficial. La emoción es un elemento clave en el aprendizaje y en la toma de decisiones.
Los humanos nacemos con la capacidad para reaccionar emocionalmente, pero nuestras expresiones tempranas determinarán cómo reaccionaremos ante situaciones de emergencia. El proceso de desarrollo emocional en el ser humano se completa en el seno de la familia.
Tanto la infancia como la adolescencia son etapas que se caracterizan por cambios físicos, emocionales y psicológicos, los niños deben hacer frente a estas situaciones, que aunadas a situaciones exteriores generadoras de ansiedad pueden convertirse en acontecimientos estresantes e interferir en el proceso normal evolutivo de un niño.
Padres, docentes y todas las personas que estén presentes en las relaciones del niño, deberían comprender el estrés en los pequeños para tener un mejor panorama de su salud mental en su familia, en sus relaciones sociales y en su desempeño escolar.
Debemos estar alertas a ciertos aspectos muy importantes que nos orientarán tanto en la observación como en las formas para tratar de ayudarlos.
Según los especialistas los factores estresantes que pueden afectar a los niños son varios. De acuerdo a Cristina Aguilar, psicoterapeuta infantil, un estímulo estresante (monotonía, trabajo controlado bajo presión de tiempo, calor, etc.) puede provocar en el niño reacciones adaptativas o no. Los niños exhiben conductas e intentan adaptarlas al factor que los estresa y pueden mostrar diferentes tipos de respuesta ante el estrés.
En condiciones extraordinarias las fuentes de estrés se pueden identificar con la pérdida de algún padre (fallecimiento, divorcio o alejamiento), perderse o ser dejado solo, vivir una situación de robo. Pero la principal fuente de estrés en la edad escolar se da frecuentemente en el contexto escolar (ser molestado por niños mayores, sentirse ridiculizado, exámenes, mudarse a otra escuela, ser el último en lograr algo).
Los docentes y los padres debemos estar alertas ante cualquier factor que pueda producir estrés y actuar con sensibilidad frente a las necesidades de los niños para adaptarse a esas situaciones que les producen conflictos.
Según la especialista Aguilar hay una serie de síntomas que nos pueden ayudar a identificar si el niño está estresado: dolor de cabeza y resfríos frecuentes, dolor de cuello, irritabilidad creciente, tristeza, pánico o enojo continuo, problemas para relajarse o dormir, letargo o somnolencia, retroceso en las conductas madurativas.
Así como nos pasa a los adultos, el estrés puede producir serios daños en niños y adolescentes, estemos atentos.
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